Pintor ecuatoriano, nacido en Quito hacia el año de 1630 y muerto allí
mismo el 5 de enero de 1706. Según el crítico de arte ecuatoriano P. José María
Vargas, Miguel de Santiago "llevó el arte colonial quiteño a la máxima
altura en el arte hispanoamericano". Su verdadero nombre era Miguel
Vizuete Ruiz, pero al quedar huérfano fue adoptado legalmente por Hernando de
Santiago, quien le dio el apellido. Es muy poco lo que sabemos de su vida, que
pasó sin salir prácticamente del barrio de Santa Bárbara, en el que había
nacido. Casado con su prima segunda Juana Ruiz, tuvo cuatro hijos, uno de los
cuales, Isabel, se sabe que siguió la profesión de su padre y se especializó en
escenas sobre la infancia de la Virgen y el Niño Jesús. Miguel de Santiago,
antes de su muerte, hizo testamento en favor de sus hijos, nombrándoles con el
apellido de su Madre.
Su primer trabajo fueron los cuadros sobre la "Vida de San
Agustín" para el claustro del convento de San Agustín en Quito; en ellos
seguía como modelo los grabados de Bolswert, recién llegados
de Europa. Casi todas las iglesias antiguas de Quito poseen cuadros de
Santiago, pero ninguna reúne una colección tan rica como la de la iglesia de
Guápulo; en uno de sus retablos existe un cuadro de la "Inmaculada con el
rey Felipe IV" que recuerda el hecho histórico en que este monarca
consiguió del Papa que la Inmaculada fuera declarada patrona de España y de la
América Española. En la sacristía de dicha iglesia se encuentra también una
colección sobre los "Milagros de la Virgen"; este tema le permitió
incorporar en sus cuadros los paisajes andinos, caracterizados por la presencia
del sol, el verdor de los valles y las montañas erosionadas.
El punto fuerte de
Santiago fueron los conjuntos doctrinales de carácter alegórico, como la
"Alegoría de la Orden" en San Agustín. Quizás su obra más
representativa sea la "Inmaculada con la Santísima Trinidad", con
marcada influencia de Zurbarán y de Murillo. La Inmaculada de Guápulo, de tamaño casi natural,
muestra a la Virgen en actitud de pisar la cabeza del dragón, llena de
dinamismo, actitud que servirá, sin duda, de precedente a las esculturas aladas
de Bernardo Legarda.
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