domingo, 21 de mayo de 2017
Leyenda
A Miguel de Santiago se le conoce como un hombre de carácter
violento, sobre todo debido a ciertas leyendas sobre sus impulsos criminales,
entre los cuales se destacan dos: el ataque a su esposa y el popularmente
conocido como "El Cristo de la Agonía".
El primero cuenta que le encargó a su mujer el retrato
terminado de un Oidor de la Audiencia, para que esta lo vigilase mientras él
viajaba a Guápulo. Mientras la obra se secaba en el patio de la casa, y durante
un momento de descuido de la mujer, un cerdo tumbó el caballete sobre el que
descansaba el lienzo y este se ensució; asustada la mujer pidió a Nicolás
Javier de Goríbar, uno de los mejores estudiantes de su esposo que lo
arreglara. Al regresar Santiago, lo invadió una gran cólera al ver que su obra
había sido retocada en el área de la mano; entonces despidió a su discípulo y
atacó a su esposa con una espada, cortándole una oreja. Luego de esto llegó el
Oidor a retirar su retrato, pero tuvo que marcharse debido a que Santiago tenía
intenciones de matarlo también. Según algunas crónicas de la época, este hecho
pudo ser cierto, pues Miguel de Santiago pidió asilo en el convento de San
Agustín durante un tiempo, para así evitar un juicio que le había planteado su
esposa, aunque no se sabe a ciencia cierta si se trató de este hecho.
La segunda leyenda, y la más popular, tratan sobre un cuadro
de Jesús crucificado que le encargaron los agustinos para su iglesia.
Obsesionado con lograr una escena lo más realista posible, ató a uno de sus
estudiantes a una cruz para copiar sus rasgos, pero no consiguiendo la cara de
dolor que buscaba decidió atravesarlo con una lanza por el costado; logrando
finalmente la expresión facial que tanto deseaba. Para cuando bajó a su
estudiante de la cruz, este ya había fallecido. El cuadro pintado de ese modo,
titulado "El Cristo de la Agonía", podría ser según algunos el Cristo
a la columna del Museo de Arte Colonial, de Quito. Se dice que el asilo que le
dieron los agustinos en su convento puede estar más relacionado con este hecho
que con el ataque a su esposa.
Técnica Utilizada
En su obra, considerada una de las más extensas y
complejas del barroco
americano, Miguel de Santiago representa el espíritu doctrinal de la época en
la que vivió, pues en ella se ven representados los mandamientos,
sacramentos,
vicios y virtudes relacionados al mundo cristiano
y su iconografía. Relacionó hábilmente el espacio de su trabajo pictórico con
el adoctrinamiento de la iglesia católica,
de modo que era asequible para el entendimiento de un público medianamente
conocedor.
La técnica de trabajo de Santiago, según Juan y Ulloa,
está hábilmente resumida también en su obra bajo la siguiente línea:
«el colorido de su obra es sobrio, usa tintes
vegetales que él mismo mezcla, predominando los tonos grises, sombríos y el
claroscuro
Claroscuro
El claroscuro, palabra proveniente del italiano
chiar-oscuro, es una técnica de pintura
que consiste en el uso de contrastes fuertes entre volúmenes, unos iluminados y
otros ensombrecidos, para destacar más efectivamente algunos elementos. Esta
técnica permite crear mayores efectos de relieve y modelado de las formas, a
través de la gradación de tonos lumínicos. Desarrollada inicialmente por los
pintores flamencos
e italianos
del Cinquecento, la técnica alcanzaría
su madurez en el Barroco, en especial con Caravaggio,
dando lugar al estilo llamado tenebrismo.
El término italiano
chiaroscuro, aunque significa aparentemente lo mismo, es empleado más
específicamente para una técnica de grabado
en xilografía, que por medio de
planchas complementarias da colores a las imágenes, como si fuesen pintadas a
la acuarela.
El primer uso conocido del término, con este significado, se atribuye al
grabador italiano del siglo XVI Ugo
da Carpi, quien habría tomado la idea de composiciones de
origen alemán o flamenco. Otros grabadores que trabajaron esta técnica fueron Antonio
da Trento y Andrea
Andreani. En los grabados de Da Carpi, el efecto del
claroscuro destaca una figura central iluminada por una fuente de luz
normalmente ausente del plano del cuadro; sin embargo, las áreas oscuras no
están tan acentuadas como llegarían a verse en la obra de los principales
difusores del chiaroscuro, Caravaggio y Giovanni
Baglione.
La técnica se impondría también entre los manieristas,
siendo ejemplos de este uso la Última
Cena
de Tintoretto
o su Retrato de dos hombres, que presagia las composiciones de Rembrandt.
El pintor holandés ha sido uno de los más conspicuos practicantes del
claroscuro, utilizando la luz en su composición para destacar sólo su objeto
específico.
Pinturas Destacadas
“Cuarta
Petición” (Óleo sobre lienzo siglo XVII)
Museo
Fray Pedro Goseal, Convento de San francisco Quito
Pertenece
a la serie “La Doctrina Cristiana”, en esta obra de Miguel de Santiago hace
referencia a la templanza, la gula, la eucaristía, la obra de caridad y el pan
nuestro de cada día.
“La Inmaculada Concepción” (Óleo
sobre tela)
Se conserva en el Museo Fray Pedro Goseal, Convento de San francisco Quito.
“La inmaculada” (Óleo sobre lienzo siglo XVII)
Se conserva en
él, museo Nahim Isaías (Filanbanco)
“Inmaculada Eucarística” (Óleo sobre madera siglo XVII)
Se encuentra en el Convento de Santo Domingo.
“Virgen de las Flores” (Óleo sobre lienzo siglo XVII)
Se encuentra en el Convento de Santo Domingo.
La
mayoría de sus obras son de carácter religioso, y entre ellas se destacan la
serie dedicada a “La Vida de San Agustín”, que se guarda en el convento del
mismo nombre; la serie que representa “Los Milagros de Nuestra Señora de
Guápulo”, formada por doce lienzos que se conservan en Guápulo; los capítulos
de “La Doctrina Cristiana”, del museo de San Francisco; “La Inmaculada”,
pintada en 1645 y que está considerada como su obra más antigua; “La
Flagelación del Señor”; “La Muerte de San Agustín”; “Las Sillas”; “La Muerte de
San Nicolás”; etc. Pintó además varias “Inmaculadas”, “El Nacimiento de la
Virgen”, y “El Invierno” de la serie “Las Estaciones”.
Miguel
de Santiago, dejó numerosas obras. Aparte de lo que podría llamarse series -San
Agustín, Guápulo, El Quinche- están las que figuran en los principales templos
quiteños, especialmente en San Francisco.
Casi
no hubo Orden que no encargase al maestro cuadros dedicados a los personajes
del santoral por ella preferidos. También en el extranjero se han localizado
pinturas de Santiago; por ejemplo en la Catedral y en San Francisco, de Bogotá.
“Muchas
de sus pinturas salieron al exterior, sobre todo a Roma, a donde fueron
enviadas por su perfecto acabado y composición, según informaron Jorge Juan y
Antonio de Ulloa en “Noticias secretas de América”. De Santiago escribieron que
“el colorido de su obra es sobrio, usaba tintes vegetales que él mismo
mezclaba, predominando los tonos grises, sombríos y el claroscuro”. Sus
pinceladas eran largas y ágiles, sabía dibujar, no detallaba, pecando de
defectos en la perspectiva” (Rodolfo Pérez Pimentel.- Diccionario del Ecuador,
tomo II, p. 317)
Biografía
Pintor ecuatoriano, nacido en Quito hacia el año de 1630 y muerto allí
mismo el 5 de enero de 1706. Según el crítico de arte ecuatoriano P. José María
Vargas, Miguel de Santiago "llevó el arte colonial quiteño a la máxima
altura en el arte hispanoamericano". Su verdadero nombre era Miguel
Vizuete Ruiz, pero al quedar huérfano fue adoptado legalmente por Hernando de
Santiago, quien le dio el apellido. Es muy poco lo que sabemos de su vida, que
pasó sin salir prácticamente del barrio de Santa Bárbara, en el que había
nacido. Casado con su prima segunda Juana Ruiz, tuvo cuatro hijos, uno de los
cuales, Isabel, se sabe que siguió la profesión de su padre y se especializó en
escenas sobre la infancia de la Virgen y el Niño Jesús. Miguel de Santiago,
antes de su muerte, hizo testamento en favor de sus hijos, nombrándoles con el
apellido de su Madre.
Su primer trabajo fueron los cuadros sobre la "Vida de San
Agustín" para el claustro del convento de San Agustín en Quito; en ellos
seguía como modelo los grabados de Bolswert, recién llegados
de Europa. Casi todas las iglesias antiguas de Quito poseen cuadros de
Santiago, pero ninguna reúne una colección tan rica como la de la iglesia de
Guápulo; en uno de sus retablos existe un cuadro de la "Inmaculada con el
rey Felipe IV" que recuerda el hecho histórico en que este monarca
consiguió del Papa que la Inmaculada fuera declarada patrona de España y de la
América Española. En la sacristía de dicha iglesia se encuentra también una
colección sobre los "Milagros de la Virgen"; este tema le permitió
incorporar en sus cuadros los paisajes andinos, caracterizados por la presencia
del sol, el verdor de los valles y las montañas erosionadas.
El punto fuerte de
Santiago fueron los conjuntos doctrinales de carácter alegórico, como la
"Alegoría de la Orden" en San Agustín. Quizás su obra más
representativa sea la "Inmaculada con la Santísima Trinidad", con
marcada influencia de Zurbarán y de Murillo. La Inmaculada de Guápulo, de tamaño casi natural,
muestra a la Virgen en actitud de pisar la cabeza del dragón, llena de
dinamismo, actitud que servirá, sin duda, de precedente a las esculturas aladas
de Bernardo Legarda.
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